Doña Blanca y su histeria
INICIO
Erase una vez la pantera Doña Blanca, que se encontraba preocupada por la boda de su prima leona la Señorita Esperanza. Doña Blanca se encontraba en el Amazonas hace muchos años porque allí tradicionalmente se casaban todas las de la familia. Allí en el Amazonas un día vio a Don Felipe, un pantera con el cual sólo a los pocos días había cruzado una breve mirada.
Blanca nunca pudo sacarse de sí aquel instante, soñó cada día, cada minuto con volver a sentir aquella mirada. Pero como no todo es color de rosa, en aquel vecindario se pasaron a vivir 3 micos morbosos, degenerados y asquerosos.
DESARROLLO
Tenían barba de pirata y nunca se bañaban y la casa apestaba constantemente a “rodadero de mico”. Entonces Doña Pantera tomó la decisión de echarlos de su casa. Lo haría al amanecer. Sonó entonces el despertador al día siguiente y Doña pantera se dirigió al cuarto de los micos pero para su sorpresa, estos se habían marchado junto con todos los elementos de su casa. Blanca la pantera, al ver este desafortunado evento, decide llamar a la policía, a los 15 minutos aparece Jorge, el sargento elefante, quien le pregunta qué ha sucedido.
La pantera llorando le cuenta lo sucedido al elefante, sufría de ataques de histeria y con semejante historia enloqueció y acabó con lo que había quedado de la casa. A los micos les dio furia esto y estrangularon al elefante con su trompa, la pantera triste y asustada se fue a buscar a aquel pantera pero lo encontró enrumbado con unas gatas vagabundas, estas gaterzuelas cobraban por hora ya que eran finitas.
DESENLACE
La Pantera Blanca se decepcionó de todo y se fue a un acantilado y amenazó con tirarse mientras gritaba: “HP yo me mato”, su prima la leona le dijo: “Tirate, dejá la lora”, pero en cambio las amigas de Doña blanca gritaban “no lo hagas!, te queremos, todo se arreglará”, entonces la pantera dijo: “puede que mi casa se arregle pero mi corazón no, porque el pantera que amo es un desgraciado perro” y de la nada se lanzó al acantilado. Las amigas llorando no les quedó más que decir: “llamemos al padre pingüino” reconocido en toda la selva para que bendijera el acantilado y la casa de Doña Blanca entonces, al día siguiente, todos los animales del Amazonas asistieron a la misa realizada a Doña Blanca. En medio de la misa no hubo más que llanto, dolor y recuerdos de la hermosa personalidad que tenía la pantera Doña Blanca.
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